Amarillo, amarillito...
En estos días de tanta inestabilidad ambiental, nos damos cuenta que al observar algún objeto de este color, sentimos una gran alegría.
Es un color cargado de fuerza, que activa el estado anímico de manera emergente, llenándonos de vida.
En la decoración sucede lo mismo, en cualquier espacio en el que lo integremos, sumaremos calidez e intensidad. Es muy enérgico, por lo que nos puede llegar a irritar en demasiadas dosis, por ello no es aconsejable utilizar en grandes cantidades en zonas de descanso.
Simplemente colocando un objeto de este color, realzaremos notablemente cualquier ambiente frío u opaco.
No es recomendable abusar... Si nos pasamos, lo podemos rebajar combinándolo con tonos neutros y bases claras.
Personalmente, me encanta mezclarlo con tonos rosas y bases neutras. Ideal con su complementario, el violeta. Os animo a probar y no tener miedo al color, alegremos nuestras vidas! jeje.
Os dejo con algunas imágenes que he seleccionado...